Mi alimentación y el movimiento en mi Vida.

El cuerpo es asombroso. Sabe cuándo dormir, cuando despertar y cuando debe ir al baño. Mantiene por sí solo la temperatura a 37 grados centígrados. Se cura a sí mismo cuando hay una herida, y conoce el milagro del embarazo y el nacimiento de un niño. El corazón nunca pierde un latido. Los pulmones siempre están respirando. El cuerpo es una súper computadora, y nunca comete errores. A menos que, no le demos el mantenimiento adecuado.  ¿Qué pasa cuando no hay mantenimiento?

Pensemos en la causa de la diabetes por un momento: Imaginemos una célula muscular. La glucosa es el combustible favorito de los músculos, pero la glucosa no puede ingresar a las células sin una llave que es la insulina. Cuando hay exceso de grasa en las células esta hace que la insulina ya no emita señales y la glucosa no pueda entrar.  Pero, ¿Qué genera el exceso de grasa? Los alimentos equivocados y la falta de actividad física, por ejemplo.

Hay estudios que indican que el 60% de las calorías que consumimos provienen de alimentos procesados o ultra procesados, los cuales son altos en grasa y/o azúcar agregado. No toda la grasa es mala y nuestro cuerpo la necesita, pero debemos aprender cual es la correcta y en qué cantidad. El exceso de azúcar, por su parte, se almacena en el cuerpo en forma de grasa. Consumimos azúcar en exceso a veces hasta sin darnos cuenta. En los refrescos, por ejemplo, es muy fácil ingerir altas cantidades de azúcar y es algo que pocas veces monitoreamos sino tenemos el hábito de hacerlo.  

La Medicina Tradicional China promueve el uso de la alimentación para prevenir y tratar las enfermedades. En lugar de describir los alimentos por la cantidad de proteínas, grasas, o calorías que contienen, la MTC se enfoca en la calidad de la comida. Considera que todos los alimentos tienen una energía distinta y propiedades características que, bien nos hacen sentir sanos, equilibrados y nutren nuestros cuerpos, o bien provocan desequilibrios que luego resultan en enfermedades. Esto se conoce como la energética de los alimentos. El conocimiento de la energética de alimentos puede ayudar a una persona a construir un sentido más firme sobre su salud y bienestar, mediante el consumo de diversos alimentos que provocan diferentes efectos. Como dice la famosa frase, “Somos lo que comemos”.  

Como mamás muchas veces cometemos el error de no planificar las compras en el supermercado y mucho menos de planificar el menú familiar. Vamos a comprar lo que nos falta, pero sin una lista precisa. Decidimos en el momento lo que vamos a comprar: granos, pan, pasta, embutidos, vegetales, frutas y algunos antojos. Luego en casa improvisamos platillos con la llegada de cada tiempo de comida. El resultado es que cocinamos y comemos de forma rutinaria y habitual; compramos lo mismo casi siempre y comemos lo mismo casi siempre. No llegamos a cuestionar si es lo correcto para nuestro organismo. Con los años nos acostumbramos, no solo a la comida, sino también a malestares que empiezan a aparecer, que no son normales, pero los hacemos normales, sin cuestionar el origen o si tan siquiera cuestionar si se podría eliminar.

Por ejemplo, yo siempre padecí de rinitis alérgica y no me di cuenta de que era un efecto negativo de algo que yo consumía hasta que dejé de tomar leche de vaca.  

Entonces, no todo lo que es consumimos con regularidad resulta ser saludable o beneficioso para nuestro organismo. Fallamos en darle mantenimiento a nuestra computadora por costumbre o falta de información.  

Otro error que cometemos muchas mujeres al convertirnos en madres es dejar nuestras actividades para después, si queda tiempo, porque solemos atender la casa y la familia primero. Una de estas actividades que dejamos para después es el ejercicio y mientras buscamos el tiempo para agregarlo a nuestra rutina, pasan los días, las semanas, los meses y pasan 8 años como fue mi caso. Yo dejé de ir al gimnasio cuando nació mi hija mayor. Ella tiene 9 años entonces por eso sé cuánto tiempo había pasado antes de comenzar a hacer ejercicio nuevamente hace 1 año. Con la excusa de no tener tiempo ni dinero suficiente para pagar un gimnasio lo puse siempre a un lado.  

 El tiempo pasa y sin que nos demos cuenta, aumentamos de peso, nos volvemos más sedentarias, nos acostumbramos a los malestares que creemos propios de la edad, nos resignamos a tener la farmacia en nuestra canasta básica y lo que es peor, nuestros hijos e hijas van creciendo viendo de una forma normal lo que no debería ser normal (obesidad, diabetes, presión alta, dolor de espalda, la fila de pastillas, etc.).

 Es momento de darle a la alimentación y al movimiento el lugar y la importancia que merecen para que seamos madres saludables y más conscientes de sus beneficios.

Irene Fernandez